El joven era padre de un niño de 5 años. Trabajaba en la alcaldía del municipio Andrés Eloy Blanco, donde se encargaba de organizar las fiestas en honor a la Virgen del Valle, patrona del oriente venezolano
Fuente: El Pitazo.com
Caracas.- Daniel
Alejandro Lezama Ramírez nunca tuvo problemas con la ley. Su expediente está
limpio, sin registros policiales ni antecedentes. El pasado jueves, 7 de abril,
murió acribillado a manos de funcionarios del Cuerpo de Investigaciones
Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), dentro del restaurante Bar
Thiago’s en el sector Tío Pedro, en Carúpano, municipio Bermúdez del estado
Sucre, en el oriente de Venezuela.
Así lo aseguran
sus familiares y el mismo Douglas Rico, director general del organismo policial
al que pertenecen los seis vinculados por el crimen. A sus 20 años de edad,
Daniel Alejandro era padre de un niño de 5 años y trabajador de la Alcaldía de
Andrés Eloy Blanco, otro municipio de Sucre.
Concretamente se
desempeñaba como promotor cultural, en específico, se encargaba de organizar
cada 8 de septiembre la procesión en honor a la Virgen del Valle, patrona del
oriente del país, tradición que heredó de su padre a quien perdió cuando tenía
18 años.
El papá de
Daniel tenía camiones y él desde muy pequeño, junto al resto de la familia, lo
acompañaba en la caravana el día de la Virgen.
«Después que
murió Oscar Lezama (progenitor), Daniel quedó encargado de hacer las caravanas
y de organizar todo lo concerniente a las festividades del Día de la Virgen.
Entregaba franelas a la comunidad y por todo eso era muy querido. Nunca estaba
solo, siempre andaba rodeado de otros jóvenes porque era como quien dice: el
alma de la fiesta«, así lo describió Eddyl Pazos, prima del joven asesinado,
durante una conversación con El Pitazo.
Su familia no
deja de llorarlo. No saben cómo pudieron confundirlo con un delincuente, como
afirmaron los ejecutores del homicidio, al decir que dispararon contra Lezama
cuando el joven se sentó en una mesa del restaurante y quiso sacar su
portachequera, lo que ellos pensaron que se trataba de un arma de fuego.
«Muchas personas
juzgan por la vestimenta o apariencia, pero Daniel parecía un sifrinito porque
siempre le gustaba andar bien vestido. Era muy alegre, colaborador y sus
amistades lo buscaban para trabajar y él lo hacía porque siempre quería
comprarse sus cosas bien. En lo que se proponía, se enfocaba y lo lograba.
Tenía su carrito y unos días antes de que lo asesinaran, vendió su moto para
comenzar a ahorrar para una casa«, aseguró Pazos.
Daniel Alejandro
era el tercero de cuatro hermanos, tres varones y una hembra. Por su piel más
oscura que la del resto, su familia y amigos le llamaban «negro». El joven
trabajó en el cabildo local desde la administración del alcalde Ezequiel Rojas
y luego continuó con Elías Guerra.
Vivía con su
abuela. Y para esta Semana Santa esperaban disfrutar de la playa en
familia. «Le encantaba ir a la playa, en
Carnaval, Semana Santa, y durante las fiestas patronales de San Agustín,
patrono de Casanay, comunidad donde vivía y que también él organizaba».
Pazos comentó
que cuando ocurrieron los hechos, el pasado jueves, Daniel Alejandro llegó al
restaurante con un familiar. «No estaba solo, salió con una prima. Ella quedó
abajo y él subió a ver si había una mesa. No era un sitio que frecuentaba».
Al subir al otro
piso, el joven se encontró con los funcionarios del Cicpc, quienes estaban
comiendo. En total eran seis. El vídeo de seguridad que se hizo viral en redes
muestra cuando Daniel Alejandro se sentó en la mesa de uno de los lados y unos
12 segundos minutos después de su llegada, le dispararon quedando muerto en el
lugar. El hecho ocurrió bajo la mirada de otros clientes del restaurante.
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